domingo, 14 de agosto de 2016

El autor de "El Principito" y su inspiración en San Bernardino.


Postal de San Bernardino antigua

Me informé un montón para hacer esta primera nota, más de 25 fuentes consultadas y un considerable tiempo de redacción. Podemos hacer una conclusión: definitivamente, la ciudad de San Bernardino influyó bastante en la vida del francés Antoine de Saint-Exupéry, autor de la famosa obra "El Principito". Quizás tanto como para basar el principio de tal novela en la vista que tenía desde balcón en el legendario Hotel del Lago.


Antoine de Saint-Exupéry
Antoine de Saint-Exupéry nació en Francia en el año 1900, fue un alumno promedio en la escuela y fracasó en su primer intento de estudiar en la Escuela Naval francesa, motivo por el cual orientó su vocación a las artes, y precisamente, a la escritura. A los 21 años realizó el servicio militar y se hizo piloto. Desde entonces, viajó por el mundo llegando a Sudamérica en el año 1929, donde es nombrado director del correo aéreo Aeropostale en Argentina, visitando en varias ocasiones Paraguay. Durante su estadía en el país rioplatense, publicó sus primeras dos novelas: Courrier sud y Vol de nuit. 
Ahora bien, se sabe que Antoine tenía un gran apego hacia nuestro país, es más, contaba con dos estrechas amistades que residían en la ciudad de San Bernardino, ellas eran Hilda Ingenohl (apodada como La Tigresa), a quien había conocido en Francia, y el conocido astrólogo Walter Bauer, el mismo que había predicho la muerte al Mcal. José Félix Estigarribia, dijo a Saint-Exupéry que algún día sería reconocido mundialmente, pero que su fama trascendería en el ámbito artístico más que por su condición de aviador (¡le dio en el ojo!).

De las tantas veces que estuvo en Paraguay, La Tigresa logró que se hospedara en la actual villa veraniega en dos ocasiones entre 1929 y 1931. Para ser exacto, en el Hotel del Lago. La cultura popular dice que el escritor quedó maravillado con los paisajes del lugar, lo cual no sería de extrañar ya que cualquiera que visite San Bernardino se asombra con su belleza natural, ¡imagínense en aquella época! Aquella época en la que desde el balcón del hotel se podía observar claramente el lago Ypacaraí, y de fondo, complementando, el cerro Patiño. 

Lago Ypacaraí desde la playa La Rotonda, cerca del Hotel del Lago.
Antes de realizar cualquier conjetura drástica e inaudita, aclaremos que se sabe históricamente que Antoine se caracterizaba por escribir y dibujar lo que se le ocurra en cualquier momento y lugar, por lo cual no podemos negar de que la ciudad del lago no tendría que haber estado exenta en su cuaderno de anotaciones. 

Ahora. ¿Qué rescató de su doble permanencia aquí? 

Indiscutiblemente, el cerro Patiño es un elemento que no se puede ignorar dentro del cuadro San Bernardinense, y de seguro los ojos del piloto francés se fijaron en él. ¿Qué pudo haber pensado al verlo? ¿Quizás un sombrero? ¿Quizás que era un elefante devorado por una serpiente? Les dejo una imagen comparativa.


Pueden negarse o decir que es una afirmación completamente bizarra, pero recordemos que el mismo Antoine estuvo ahí, frente a frente con el paisaje, él y su imaginación luego de que un astrólogo le afirme que sería famoso por sus dones literarios. ¿Encontró su inspiración para iniciar la obra que lo llevó a la cima tan pronto salió de la casa de Mr. Bauer?
Los expertos analistas de "El Principito" concluyeron que esta novela está fuertemente ligada a la vida de Saint-Exupéry como piloto y también a sus viajes, encontraron un montón de hilos conductores que relacionaban capítulos, hechos y frases del libro con sucesos que le ocurrieron en diversas partes del mundo como la tragedia aérea en el desierto del Sahara y sus travesías por Europa. Pero nunca, nunca supieron de dónde vino la idea del elefante fagocitado por la serpiente. ¿Es que jamás se fijaron en esta pequeña ciudad? ¿Habremos descifrado el origen?

Si siguen sin creerlo, les recuerdo que el Principito se lamentaba constantemente por la poca imaginación que tienen los adultos para ver cosas más allá de lo que puedan parecer. No dejen que se lamente por ustedes. Además, Antoine recalcaba que desde muy joven sintió que era un chico que no encajaba con los demás, tenía más imaginación y veía todo más allá de lo que era. 

Adivinen qué, en Paraguay, él decía sentirse como en su juventud otra vez. 

Incluyo ahora segmentos de su libro TIERRA DE HOMBRES, extraído del capítulo Oasis, donde menciona su atracción por Paraguay, habla acerca de lo que al parecer es un hotel, y una referencia hacia las víboras también. Podemos fijarnos que cuando se refiere a una "casa castillo", puede estar refiriéndose al Hotel del Lago, cuya fachada tiene dos torres que hacen que se asemeje a un castillo.
Hotel del Lago
...Me atraía, en el Paraguay, esa hierba irónica que muestra la nariz entre el pavimento de la Capital y que, de parte de los invisibles bosques vírgenes, llega a ver si los hombres mantienen aún la ciudad, si no ha llegado la hora de sacudir un poco todas las piedras. Me atraía esa forma de deterioro que no expresa sino una riqueza demasiado grande 
...Pero en un recodo del camino se descubrió a la luz de la luna, un bosquecito y detrás de esos árboles una casa. ¡Qué casa extraña! Compacta, maciza, casi una ciudadela. Castillo de leyenda que ofrecía, al trasponer la entrada, un refugio tan apacible, tan seguro, tan protegido como un monasterio. 
... Llaves maravillosamente inútiles que confunden la razón y que hacen soñar con sótanos, cofres enterrados, con monedas de oro... 
... - ¿Pasamos a la mesa, si gusta usted?
Pasamos a la mesa. Aspiraba, de una a otra pieza, esparcido como el incienso, ese olor de vieja biblioteca que vale por todos los perfumes del mundo. Y sobre todo me atraía el transporte de las lámparas que se acarreaban de una a otra habitación, como en los más perfumados tiempos de mi infancia y que movían maravillosas sombras en las paredes...
...Se produjo un silencio y durante el mismo algo silbó ligeramente sobre el piso, murmuró bajo la mesa y luego se calló...
...- Son las víboras...
....Finalmente para mí, sonreí. Sonreía porque estaba alegre, porque este lugar me gustaba, decididamente, más a medida que pasaban los minutos y porque yo también sentía el deseo de saber algo más acerca de las víboras.
Una vez presentado esto, no tengo más argumentos que mostrar, creo que todo quedó bastante claro y que esto podría ser algo más que una simple suposición, teniendo en cuenta la calidad y veracidad de pruebas recabadas. Al final de todo queda al criterio de cada uno interpretar lo que quiere. La incógnita siempre estará ahí.

¿Es realmente el cerro Patiño es un elefante tragado por el serpenteante paisaje del lago Ypacaraí?

Díganme ustedes, ¿qué ven?


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